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GUERRA BACTERIOLÓGICA Y ARMAS QUÍMICAS DE LAS TROPAS JAPONESAS
2005-08-10 00:00

       

En la Provincia de Heilongjiang, en el noreste de China, hay un museo en el que se exhiben los crímenes de la Unidad 731 de las tropas japonesas durante la II Guerra Mundial.

 

La Unidad 731 pertenecía al Ejército japonés de Kwantun. Estableció en el año 1939 una base secreta en la Ciudad de Harbin, Capital de Heilongjiang, donde utilizó a la población china y a los prisioneros rusos, coreanos y británicos como cobayas para sus experimentos científicos. Entre las torturas cometidas por los médicos del ejército japonés se incluyeron la inoculación de los virus de la sífilis o de la peste bubónica. Muchas personas fueron, además, quemadas o congeladas vivas. Unas 200 mil personas murieron o resultaron heridas a consecuencia de la guerra bacteriológica lanzada por Japón.

 

La base fue destruida por los mismos invasores japoneses en 1945 y su existencia no fue hecha pública hasta los años 80, cuando un periodista nipón sacó la noticia a la luz.

 

Al mismo tiempo, las tropas japonesas desarrollaron y usaron armas químicas a gran escala en su invasión contra China durante la II Guerra Mundial. Luego, los soldados japoneses destruyeron y abandonaron una gran cantidad de ese tipo de armas en el territorio chino antes de entregarse con el fin de encubrir sus crímenes.  Hoy día, estas armas todavía amenazan la vida y las propiedades de los ciudadanos chinos y la seguridad medioambiental de China.

 

El Gobierno chino urge al Gobierno japonés a respetar, de manera estricta, el Convenio Internacional sobre la Prohibición de Armas Químicas y el Memorándum sobre la destrucción de armas químicas alcanzado entre China y Japón y asumir con sinceridad sus responsabilidades y destruir cuanto antes las armas químicas abandonadas en China.

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